Profesorado de Tai Chi Chi Kung

Temario:

Mi Do (Camino) se inicia con un viaje por Océanos y culmina en La Tierra Prometida, un tránsito muy particular que realizaron muchos inmigrantes. En el de mis padres, que es el propio, soy el resultado con dos componentes (yin-yang).

Relatos, sueños y vivencias marcaron mis primeros aprendizajes en lengua materna. La magia de las tradiciones era el ingrediente principal, que luego las convertiría en material de trabajo.

Soy Serpiente de Agua, pero la tierra me cautivó “enraizándome” con la Madre.

Mis fantasmas ancestrales, no solo de Oriente –particularmente, de Okinawa-, sino también las originarias de América dieron Luz a un trabajo interior y de servicio.

Mis primeros inicios laborales fue con “la Palabra” para culminar con “el Cuerpo”.

Entre ambos extremos, una sucesión de pasos: Reiki (Usui y otras escuelas);  Angeología; Sanación Chamánica y Munay ki;  Apometría Mística; Decodificación Bioemocional; Memoria Celular; Registros Akáshicos y Canalización, Sonoterapia;  Meditación; Sanaciones Arahbil y Arcturiana;  Péndulo Hebreo; técnicas de escritura y artísticas. Que no resulta ser un inventario, sino un bagaje para la complementariedad del Ser.

Comencé a vivenciar la práctica del Tai Chi –  Chi Kung por un problema físico que, con el acompañamiento amoroso de mi primer maestro aprendí a “aprovechar mis virtudes (ian) y debilidades (inn)”, aleccionándome para conocer la técnica: “lo importante no es llegar rápido –decía- sino llegar a tiempo”.

Es el tiempo transcurrido, necesario para la maduración, como el fruto, para obtener mi graduación como instructor y profesor. Bajo la dirección de otro maestro “experimenté las profundidades y las alturas del Tao, todo su esplendor manifiesto”, respirando, meditando  “en movimiento”  y con las posturas y la práctica-espejo de la Naturaleza, juntos pudimos emerger de la niebla para retornar a la Fuente original, al rescatar nuestro sello de identidad.

Ahí comprendí que el Do recorrido tenía que ver con el principio fundamental de la vida: “la necesidad de la unión de las partes que conforman un todo, para que ese todo pueda ser un individuo, una unidad indisociada, sólida y equilibrada”,  una poesía que la disciplina del Tai Chi – Chi Kung danzaba en mí. La palabra y el cuerpo fusionados, lo individual y lo grupal en un ejercicio de permanencia y desapego.

Así con el bagaje de todos mis aprendizajes (formales y en la vida, esencialmente en esta área),  la enseñanza y la transmisión de los fundamentos y práctica de las terapias energéticas, suman a lo personal pero… (en versos de J.A. Goytisolo): “No sé decirte nada más,/ pero tú debes comprender,/ que yo aún estoy en el camino,/ en el camino…”

Jorge Niizen